Educación, mejora continua individual y salir de la zona de confort para abordar la adaptación al cambio de un mundo tecnológico.
Artículo publicado originalmente en el Diari de Terrassa.
Viendo como está evolucionando el mundo, permitidme que comparta una de mis grandes preocupaciones actuales: comprender la relación entre la exponencial tecnología que nos hace avanzar rápidamente como raza humana y la creciente necesidad paralela de actualizar permanentemente nuestros conocimientos y competencias personales para adaptarnos a esta nueva situación.
La vuelta de llave de todo es la educación y la mejora continua individual que comentaba anteriormente. En la actitud del propio individuo se encuentra la solución para adaptarse de forma ágil y veloz a todo lo que ocurre a su alrededor, asegurándose, así, su continua valía personal y profesional para la sociedad a la que pertenece.
Por eso, es absolutamente necesario que se sincronicen los esfuerzos pedagógicos desde cualquier institución pública relevante en el ámbito económico y empresarial (Gobiernos, Ayuntamientos, Universidades, Escuelas, Cámaras de Comercio, entre otros), con la finalidad de fomentar la curiosidad, eliminar la aversión al cambio y premiar las iniciativas innovadoras que nos permiten avanzar como especie.
Mantener el estatus quo y situar a las sociedades en una zona de confort ha servido de receta en una época pasada de progreso sostenido y cambios progresivos, pero en la época actual de cambios exponenciales y tecnología que supera lo imaginable para la mayoría de los mortales, es necesario que hagamos un paso adelante y cojamos riesgos. No se vale lo resabido “no lo toques que ahora funciona”
Justamente la semana pasada, el multimillonario Elon Musk, conocido por ser el fundador y propietario de Tesla, ha presentado su nuevo proyecto llamado Neuralink, que consiste en la conexión del cerebro humano a un ordenador, permitiendo, así, que algunas áreas internas de nuestro cerebro se comuniquen directamente con el exterior.
Como cualquier cambio tecnológico, puede tener puntos positivos, ya que se podría ayudar a personas que han perdido sus capacidades auditivas, habla o movilidad a recuperarlas de forma artificial, pero también tendría su parte negativa. Imaginemos los potenciales controles, regulaciones y alertas que se deberán establecer para evitar que algunas personas puedan llegar a controlar a otras a través de estos sistemas. Es un claro acercamiento a famosas películas de ciencia ficción, como por ejemplo “Matrix”.
Para cerrar el círculo, vuelvo al nivel de la educación individual: Lo que más nos protege es nuestro activo educacional y nuestra propia capacidad de interpretar y decidir sobre estos temas. Si otros pueden decidir sobre nosotros, asumimos más riesgos.
Por lo tanto, me parece claro, que una óptima gestión de esta potencial conexión directa entre el cerebro del ser humano y los ordenadores será uno de los grandes retos de la humanidad en las próximas décadas, con todos los retos éticos, jurídicos, políticos y sociales que ello implica.
Dejad que acabe mi reflexión de hoy con una famosa frase del “gurú” empresarial Jack Welch, ex Ceo de General Electric, un referente en el tema de cambios y la continua necesidad de saber adaptarnos a los mismos: “Si la tasa de cambio al exterior es mayor que la del interior, entonces, el final está cerca”. En caso de dudas, pensad en empresas como Kodak, Nokia, Daewoo o Sega, que ya no están porque, justamente, no supieron adaptarse a los cambios tecnológicos e innovadores que surgieron. Evitemos que nos pase lo mismo como personas, sociedad y planeta.
Se trata, en definitiva, de no tener miedo a los avances tecnológicos, sino de proactivamente, gestionarlos desde la curiosidad inicial, un posterior análisis de sus pros/cons y un sincronizado esfuerzo de implementación que nos lleve a mejorar a todos como sociedad global. La educación y desarrollo del talento siempre será nuestra vuelta de llave.
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